La idea del viaje
a Paredones realizado el miércoles 10 de octubre era conocer
cómo estaban los alumnos de Tercero Medio que viven, por primera
vez en nuestro Colegio, su experiencia rural. Sin embargo, el
buen sabor de boca del regreso era la sensación común entre
quienes efectuamos el extenso recorrido de visitar a la gran
mayoría de ellos en las localidades que afectuosamente los
acogieron.
La idea del viaje a Paredones realizado el
miércoles 10 de octubre era conocer cómo estaban los alumnos de
Tercero Medio que viven, por primera vez en nuestro Colegio, su
experiencia rural. Sin embargo, el buen sabor de boca del
regreso era la sensación común entre quienes efectuamos el
extenso recorrido de visitar a la gran mayoría de ellos en las
localidades que afectuosamente los acogieron.
Y es que el contrastar las expectativas que
tenían el día domingo, cuando comenzó la experiencia, con la
alegría que denotaban los rostros de quienes visitamos este
miércoles, llenaba el corazón de una sensación extraña, quizás
parecida a la felicidad de saber que lo planificado iba mucho
mejor que lo esperado, gracias al gran compromiso de los alumnos
y sus maestros.
La camioneta partió temprano de San Fernando con
nuestro rector al volante, quien redacta de copiloto y el alumno
Diego Espinoza como acompañante y encargado de documentar la
experiencia. Juntos recogimos testimonios de los alumnos
haciendo infinitas detenciones para saber de ellos y compartir
con las familias que los acogieron.
La ruta nos llevó por La Quesería, Población, El
Casuto, Panilongo, El Cardal, La Capilla, Bucalemu, Cabeceras y
El Quillay, todas localidades paredoninas, donde vimos a
nuestros alumnas y alumnos inspirados, motivados y contentos con
la sensación de estar viviendo de buena manera una experiencia
positiva en sus vidas. En ninguna casa que visitamos vimos
desazón o amargura, sino que todo lo contrario. Al unísono
muchos decían que volverían a vivir esta semana varias veces más
en sus vidas, y el rostro de seguridad que tenían daba para
creerlo.
Trabajo, entrega y apoyo familiar. Compartir el
mismo techo con otras familias y vivir con ellas la intensa
experiencia de estar lejos de casa, muchos de ellos por primera
vez, y comprender de manera distinta el sentido de la vida.
Como si el Señor lo hubiera planificado todo, el
recorrido terminó, para sorpresa nuestra, con una misa en la
localidad de El Quillay, celebrada por el Padre Luis Rubio, sin
cuya gestión y apoyo difícilmente se podría haber logrado hacer
lo obrado en las localidades de Paredones, bella comuna de la
Provincia de Cardenal Caro que ha recibido a cerca de setenta
alumnos maristas durante esta semana. Allí nos esperaban más de
quince alumnos. Fue, para nosotros, un reencuentro con la misión
marista en pleno. Para nuestros alumnos una experiencia para
seguirla contando toda la vida. Una experiencia para dar a
conocer a Jesucristo y hacerlo amar.