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Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar
Por
Instituto San Fernando .
Publicado:
12 Octubre 2007
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La idea del viaje a Paredones realizado el miércoles 10 de octubre era conocer cómo estaban los alumnos de Tercero Medio que viven, por primera vez en nuestro Colegio, su experiencia rural. Sin embargo, el buen sabor de boca del regreso era la sensación común entre quienes efectuamos el extenso recorrido de visitar a la gran mayoría de ellos en las localidades que afectuosamente los acogieron.
La idea del viaje a Paredones realizado el miércoles 10 de octubre era conocer cómo estaban los alumnos de Tercero Medio que viven, por primera vez en nuestro Colegio, su experiencia rural. Sin embargo, el buen sabor de boca del regreso era la sensación común entre quienes efectuamos el extenso recorrido de visitar a la gran mayoría de ellos en las localidades que afectuosamente los acogieron. Y es que el contrastar las expectativas que tenían el día domingo, cuando comenzó la experiencia, con la alegría que denotaban los rostros de quienes visitamos este miércoles, llenaba el corazón de una sensación extraña, quizás parecida a la felicidad de saber que lo planificado iba mucho mejor que lo esperado, gracias al gran compromiso de los alumnos y sus maestros. La camioneta partió temprano de San Fernando con nuestro rector al volante, quien redacta de copiloto y el alumno Diego Espinoza como acompañante y encargado de documentar la experiencia. Juntos recogimos testimonios de los alumnos haciendo infinitas detenciones para saber de ellos y compartir con las familias que los acogieron. La ruta nos llevó por La Quesería, Población, El Casuto, Panilongo, El Cardal, La Capilla, Bucalemu, Cabeceras y El Quillay, todas localidades paredoninas, donde vimos a nuestros alumnas y alumnos inspirados, motivados y contentos con la sensación de estar viviendo de buena manera una experiencia positiva en sus vidas. En ninguna casa que visitamos vimos desazón o amargura, sino que todo lo contrario. Al unísono muchos decían que volverían a vivir esta semana varias veces más en sus vidas, y el rostro de seguridad que tenían daba para creerlo. Trabajo, entrega y apoyo familiar. Compartir el mismo techo con otras familias y vivir con ellas la intensa experiencia de estar lejos de casa, muchos de ellos por primera vez, y comprender de manera distinta el sentido de la vida. Como si el Señor lo hubiera planificado todo, el recorrido terminó, para sorpresa nuestra, con una misa en la localidad de El Quillay, celebrada por el Padre Luis Rubio, sin cuya gestión y apoyo difícilmente se podría haber logrado hacer lo obrado en las localidades de Paredones, bella comuna de la Provincia de Cardenal Caro que ha recibido a cerca de setenta alumnos maristas durante esta semana. Allí nos esperaban más de quince alumnos. Fue, para nosotros, un reencuentro con la misión marista en pleno. Para nuestros alumnos una experiencia para seguirla contando toda la vida. Una experiencia para dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar.    

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