El pasado jueves
celebramos en nuestro Instituto el segundo aniversario de la
muerte del Hermano El Hno. Basilio Fidalgo quien entrego todo
por su colegio y en especial por la congregación Marista.
El Hermano nació en el pueblo de Liguérnaza, en
la provincia de la Palencia, en la región española de Castilla,
el 14 de junio de 1923. Sus padres, Odón y Amalia, formaron un
matrimonio cristiano que albergó a Basilio y a otros dos hijos,
también varones. Muy joven, como entonces se acostumbraba,
ingresó al Seminario Menor de los Hermanos Maristas de Carrión
de los Condes. Entrar a ese Seminario implicaba ya un destino
posterior a alguna nación de América. Al Hno. Basilio le tocó
venir a Chile, adonde arribó en 1938, a los 15 años de edad. En
la comuna de La Cisterna hizo el Noviciado y su primera
profesión, en 1941, ratificada con la profesión perpetua que
realizara cinco años más
tarde. Como educador se desempeñó en
Constitución, Curicó, La Calera, Los Andes y, por más largo
tiempo, en Quillota y San Fernando, donde en varios periodos
completó más de 25 años. Los primeros años se desempeñó como
Profesor; luego asumió la labor de Administrador, tanto de
Colegios como de la Comunidad. Un conocido suyo, el Hno.
Aquilino de Pedro, resaltó en su ceremonia fúnebre que durante
su vida comunitaria la calidad de buen religioso se advertía
especialmente en su participación en los ejercicios de piedad,
con preferencia clara por lo vivido desde su juventud. Fue un
religioso austero. Vestía con sencillez y supo prescindir de
cosas que a otros pueden parecerles normales.
De esta forma conmemoramos su aniversario, donde
los alumnos de Enseñanza Media, con la presencia de nuestro
Rector, comenzaron la jornada realizando una oración encabezada
por el Señor Nicolás Crocce, haciendo referencia a la calidad de
persona que era el hermano y la pasión que sentía por su
colegio, sobre todo por los niños. Finalmente entregaron las
cajas de cuaresma para ir en ayuda de los niños mas necesitados.
Por otra parte el ciclo de enseñanza básica,
recordó mediante canciones la vida y obra de nuestro hermano,
describiéndolo como un hombre de bien, sencillo, silencioso,
amante de la naturaleza y sus encantos, el cual plantaba sueños
e ilusiones en los jardines, colegios donde estuvo. Su
religiosidad lo llevo a seguir el camino de Marcelino, sabiendo
amar por sobre todas las cosas a los niños, con quienes
compartía en los patios y disfrutaba de sus talentos en los
actos cívicos. Hoy recorrimos su obra en una leve reseña que
habla de su vida educativa y servicio a los demás, un Hermano
que deja un gran aroma en los patios del colegio Marista.