El Obispado de Rancagua, creado en 1925 con Mons. Rafael Lira Infante como primer Obispo, comenzó a preocuparse de la educación secundaria para los varones de la ciudad de San Fernando. Desde fines del siglo XIX existía para las niñas el Colegio “Inmaculada Concepción”, pero las familias católicas echaban de menos un establecimiento educacional donde sus hijos varones pudieran ser educados en la fe, ya que en ese entonces solo existía el Liceo de Hombres, que prescindía de la enseñanza y educación religiosas.
Existió un primer intento con la creación del “Instituto Católico”, que funcionó algunos años en el recinto que luego sería ocupado por nuestro Colegio Marista, pero la falta de una dirección idónea en las personas a las que se entregó esta misión, hizo que el Obispo se pusiera en contacto con la Congregación Marista presente en Rancagua desde 1915, con el prestigioso Instituto O’Higgins. El prelado encargó a la comunidad traer la gestión educacional de la orden a la ciudad de San Fernando.
Fue así como a través de un decreto firmado el 23 de enero de 1931, se obtuvo el permiso fiscal para establecer un “colegio privado”, dirigido por la Congregación de los Hermanos Maristas. La primera Comunidad en San Fernando estuvo formada por los Hnos. José Marcelo (Director), Crisóstomo, Claudio y Juan Epifanio. Tomaron posesión del edificio, ubicado en calle Carampangue con Talcahuano (actual calle España), y comenzaron los preparativos. Era el 25 de febrero de 1931. A su arribo, los religiosos fueron recibidos por el sacerdote Roberto Ramírez S, párroco del templo “San Fernando Rey”, que les brindó un apoyo incondicional, ya que los locales destinados al futuro colegio y a la comunidad eran de una austeridad extrema.
Los primeros cursos
Fue el mismo año 1931, cuando nuestro Colegio comenzó con su labor educativa. La matrícula se abrió para cursos de preparatorias y se aceptó un pequeño numero de internos, provenientes de los fundos y poblados cercanos a San Fernando. Ese año el total de alumnos alcanzó los 124. Como aún en ese entonces no se disponía de un local destinado a las clases, hubo que retrasar la apertura hasta el 18 de marzo.
La solemne inauguración se realizó el día domingo 22, tras la Misa de 10,30 en la Parroquia, a la que asistieron todos los alumnos y sus familias. Tanto en el camino de ida a la iglesia como a la vuelta, el público se detuvo a contemplar la correcta formación de nuestros alumnos. Así lo señalan los anales de nuestro Instituto. El Obispo diocesano, Mons. Rafael Lira I., acompañado de su Vicario, Eduardo Larraín C., acudió personalmente a bendecir los locales y a dar por inaugurado el curso.
El nuestro era por ese entonces, un colegio de carácter diocesano, y la relación con la iglesia local era muy patente. Los 124 alumnos, que se dividían en 100 con régimen normal y 24 Internos, fueron incrementándose año tras año, completando los cursos de Preparatorias y Humanidades, que más tarde se convirtieron en la educación Básica y Media, respectivamente. Para las Bodas de Plata cumplidas en 1956, el Instituto San Fernando contaba con 13 cursos y 520 alumnos, de los cuales 154 eran internos. El Internado ocupa un lugar especial en nuestra historia. Desde el inicio, el Instituto fue muy conocido por esas instalaciones, creadas pensando en los hijos de agricultores de la zona de Colchagua. En su época de esplendor, llegó a contar con 160 alumnos en régimen de internado divididos en tres secciones: Pequeños, Medianos y Mayores. Muchos Hermanos ejercieron su misión educativa en dicho internado. Por diversos motivos, entre otros la dificultad de proveer alimentación, el internado se cerró en 1973. La preocupación por el esparcimiento y la recreación de los otrora internos fue el motivo principal de la adquisición del terreno que se destinó al Estadio Marista, que en un principio se llamó “Club Atlético Marista” (CAM). Fue el primer colegio marista que pudo disponer de un estadio deportivo operativo, que incluso se vio dotado muy pronto de una Piscina Escolar
La huella de los Hermanos Maristas
Los Hermanos Maristas han entregado su acción educativa y apostólica en nuestro Colegio, desde su fundación en 1931, han sido muchos. El número supera los 200 religiosos, en 75 años de existencia. La forma de llevar los colegios, cuando todos los educadores eran Hermanos, imponía cambios. La rotación de profesores era bastante frecuente. Dentro de la comunidad marista, algunos Hnos. estuvieron sólo de paso; otros dejaron una profunda huella.
Si bien cada ex - Alumno del Instituto San Fernando guarda su propio listado de hermanos maristas, existen dos que dejaron una huella indeleble la historia del nuestro Colegio y de la ciudad de San Fernando, fueron los Hermanos Giuseppe Bortoluzzi y Fernando de la Fuente. El Hno. Giuseppe Bortoluzzi estuvo en nuestro Instituto desde 1966 a 1981. Fue el gran profesor de Matemáticas y Física, con su estilo tan particular y un hobby de andinista que traspasó las fronteras del propio Colegio. Bortoluzzi fue amante del silencio, de la paz, y especialmente de la naturaleza. Su nombre perdura San Fernando, con el Club de Andinismo y el colegio que llevan su nombre.
Nuestro recordado Hno. Fernando de la Fuente, estuvo presente en el ISF desde el año 1989, como subdirector, y luego en 1994-95, como Rector. Desde los patios de nuestro colegio, emprendió la mayor aventura de amor de toda su vida. Se fue junto a otros tres hermanos de la orden a los Campos de refugiados ruandeses de Zaire (hoy Republica Democrática del Congo). Allí ofreció su vida por los más necesitados. Fue asesinado, con el resto de la comunidad de hermanos la noche del 31 de octubre de 1996. Su nombre perdura en la ciudad de San Fernando, a través del Colegio que lleva su nombre.
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