Tiene como meta al ser de la persona del educador y de la educadora y pretende ayudarnos a ser más consistentes, sólidos, armónicos, equilibrados e integrados para vivir con mayor plenitud y para poder servir mejor a una realidad juvenil cada día más demandante y exigente. El taller nuevamente fue animado por el Hermano Alejandro Dábovic, coordinador del equipo de Acompañamiento de los Educadores Maristas. Al igual que la vez anterior la dinámica utilizada fue la adecuada, nos hicieron viajar por momentos de recreación, de encuentro personal, de profundización, de mirar al otro con una mirada diferente a lo habitual y de manifestar a nuestros pares los aspectos más positivos que vemos en ellos. Al concluir este segundo taller, la opinión de los participantes fue unánime en el sentido de permitirnos profundizar y reencontrarnos con nosotros mismos, a la vez de acercarnos a nuestros colegas y amigos.